LOS ELECTROCOMBUSTIBLES: DESCARBONIZACIÓN DEL TRANSPORTE MARÍTIMO
En nuestros días la mayor parte de los buques del mundo están propulsados por motores diésel alimentados con combustible líquido, el llamado “gasoil marino”. Por ello, en la búsqueda de soluciones alternativas para descarbonizar los océanos, ha empezado la carrera por la búsqueda de combustibles alternativos limpios, y que puedan sustituir a los existentes.
Fruto de esta búsqueda, en los últimos años se está hablando mucho de los electro-combustibles. El amoniaco, el metanol, e incluso el propio hidrógeno, destacan como opciones de futuro. Pero de momento estamos lejos de esa posible realidad futura, y hoy en día la mayor parte de los buques mercantes se propulsan con tradicionales motores diésel que queman “gasoil marino”: bien combustibles pesados (HFO), bajos (MDO), o de muy bajo contenido de azufre (LSHFO).
Algunos de esos motores son duales, quemando junto al gasoil, LNG (gas natural licuado), o incluso metanol en algún buque; pero se trata de soluciones que se podrían considerar “de transición”, que no resuelven el problema de las emisiones de CO2.
OPCIONES PROPULSIVAS EXISTENTES
En la actualidad los barcos suelen utilizar un tipo de combustible que contiene altos niveles de sustancias químicas y partículas nocivas. Las emisiones resultantes tienen altos niveles de óxidos de nitrógeno (NOx), óxidos de azufre (SOx), monóxido y dióxido de carbono (CO, CO) y un alto nivel de material particulado (PM); y las concentraciones varían según la posición, el movimiento y la velocidad del barco. El motivo de su extendido uso se basa en que estos combustibles son fáciles de transportar a presión atmosférica y a temperatura ambiente, ya que se trasiegan con facilidad por las tuberías, y se adaptan bien a los espacios disponibles dentro de los buques, con un alto aprovechamiento del volumen de los tanques.
En el pasado cercano se apostó por el gas natural en su forma licuada, el famoso LNG, y hoy en día existen más de quinientos barcos alimentados con este combustible, sin contar los buques metaneros puros. Pero al no poder ser una opción de fututo, tanto el metanol como el propio hidrógeno están despertando el interés de algunos de los actores involucrados en la transición energética del sector marítimo.
Se trata de dos soluciones bien diferentes, porque mientras el hidrógeno exige una mayor inversión para la construcción de las celdas de combustible que propulsarían eléctricamente el buque; el uso del metanol (o incluso la mezcla de varios electro-combustibles, como el amoniaco por ejemplo mezclado con el metanol) se podría llevar a cabo utilizando los motores tradicionales, adaptados para quemar combustibles líquidos con propiedades físicas o químicas similares al gasoil marino, pero fabricados artificialmente, con CO2 extraído de la atmósfera.

No debemos olvidar que la obtención del metanol debe ser de manera verde y limpia. De nada serviría obtener un metanol de la manera actual (vía LNG por ejemplo), porque no cumpliría los condicionantes de descarbonización marcados por la OMI. Debemos fabricar “e-metanol”.
Por lo tanto, aparte del posible uso del hidrógeno como combustible en celdas, ocupando gran volumen y espacio por la baja densidad del hidrógeno, aparece como una solución más sencilla que varios de los biocombustibles y e-combustibles distintos del hidrógeno existentes, pudieran a su vez usarse como vectores de hidrógeno, para facilitar el transporte, y posteriormente extraer de ellos el hidrógeno que contienen mediante procesos llamados de reformado (similares a la regasificación del LNG).
Consecuentemente, y resumiendo, desde el punto de vista de la tecnología propulsiva de buques, existirían dos soluciones: el hidrógeno, o los electro-combustibles.
CONCLUSIONES
Para finalizar me gustaría recordar que no debemos olvidar que todos estos nuevos combustibles serán muy peligrosos y tóxicos (el hidrógeno se licua a -253ºC, temperatura aún más extrema que la del LNG), por lo que será muy importante el llevar a cabo estudios de seguridad a bordo.
La flota marítima mundial está propulsada principalmente por motores diésel que funcionan con fueloil marino, pero en la actualidad también existen barcos alimentados por LNG, y el año próximo aparecerán en escena, de manera comercial, los grandes buques alimentados por metanol u otros combustibles líquidos, con motores duales, para cumplir los requisitos mínimos exigidos por la OMI.
En la actualidad el hidrógeno no se transporta como carga marítima, y las experiencias como combustible marino se limitan a proyectos de buques prototipo. Sin embargo, las tecnologías de metanol son más maduras, y ya existen usos comerciales, aunque la mayor parte de los buques que se propulsan con metanol, son los que lo transportan.
Fotografías: Antonio Alcaráz Arbelo
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